Bruno Basile
Bruno Basile | Director ejecutivo de Sumarse – Pacto Global Panamá.

Resiliencia y sostenibilidad pandémica

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Por: Bruno Basile | [email protected]

Si hay algo que nos ha quedado claro durante los últimos meses, es que la pandemia nos ha empujado a repensar, no solo el modelo de sociedad en el que vivimos, sino la forma en que está construida nuestra economía a nivel local y mundial. Desde sus inicios, la globalización ha sido objeto tanto de críticas como de alabanzas; sin embargo, el Covid-19 ha puesto foco sobre las deficiencias de un sistema que asumimos como único modelo de desarrollo en buena parte del mundo.

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) nació como una herramienta para encontrar un equilibrio entre los aspectos económicos, sociales y ambientales, entendiendo que la empresa no opera en un sistema paralelo o alejado de la realidad social, sino que es un actor que puede impactar de forma positiva o negativa, su entorno.

A lo largo de los años, hemos visto cómo distintas empresas y organizaciones han liderado este movimiento responsable, celebrando los éxitos alcanzados y señalando las áreas de mejoras. Se construyeron iniciativas como el Pacto Global de las Naciones Unidas, para asesorar y acompañar al sector privado comprometido con la sostenibilidad. En Centroamérica, desde hace 20 años, nacieron las primeras organizaciones dedicadas al impulso de la RSE. En Panamá, Sumarse, concretamente, vio la luz en el año 2009, con el objetivo de agrupar y movilizar al sector privado y a los actores que trabajan por el desarrollo sostenible del país.

El mensaje de todos estos actores ha sido unísono a lo largo del tiempo: No podemos seguir operando bajo un sistema que deja de lado las necesidades básicas del ser humano. Y es que, a pesar de que el mundo ha visto cómo la pobreza se ha reducido de forma gradual, otros elementos, entre estos, el cambio climático, la desigualdad, la educación de calidad o el trabajo decente, han ganado relevancia. Hoy, la pandemia, pone en jaque los avances que hemos alcanzado en todos los niveles; pero, sobre todo, acrecienta las grietas de un sistema que se olvidó de poner a las personas en el centro.

Esto nos pone frente a la oportunidad de construir un sistema más justo y dirigido a atender las demandas de nuestro tiempo, que nos permita, como señala McKinsey & Co. en un reciente informe, repensar el contrato social, donde las instituciones, empresas y organizaciones vayan en línea con las expectativas de la ciudadanía; redefinir el futuro del trabajo y el consumo, entendiendo el impacto de la pandemia en la generación de empleo y en las nuevas costumbres que adoptarán los consumidores; y, por último, transitar de la globalización de las cadenas de suministro a un modelo regional, que permita gestionar mejor futuros riesgos de producción, logística y transporte.  

Ante este escenario, es importante que las empresas y organizaciones reequilibren sus prioridades. Los modelos de negocio resilientes y socialmente responsables, ya no son opcionales, sino la única ruta para recuperar la actividad económica y empresarial de nuestros países.

*Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir con las del cuerpo editorial de esta revista o las de este gremio empresarial.

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